Todos dependemos del gobierno para que nos proteja de fármacos nocivos, pero a veces la FDA no actúa con la rapidez necesaria. Las primeras dudas sobre Darvon surgieron en 1978, cuando Public Citizen, una organización de defensa de los intereses de los consumidores, le pidió a la FDA que retirase el fármaco del mercado. El grupo reiteró su petición en 2006, un año después que el gobierno británico prohibiese el uso de Darvon, y en esta oportunidad la FDA remitió el asunto a la consideración de un comité de peritos asesores. En julio de 2009, por una mayoría de 14 a 12, el comité recomendó la retirada de Darvon. Sin embargo, la FDA optó por no prohibirlo de inmediato y le pidió a Xanodyne Pharmaceuticals, fabricante de Darvon y de Darvoset, que estudiase los efectos que el propoxifeno tiene sobre el corazón. Basándose en los resultados de esos estudios, la FDA finalmente decidió prohibir el uso de propoxifeno en noviembre de 2010 y Xanodyne, por su parte, acordó retirar a Darvon y a Darvoset del mercado norteamericano.
Pero estas medidas llegaron demasiado tarde para muchos pacientes. Según un comunicado de Sidney Wolfe, director del Grupo de Investigaciones de la Salud de Public Citizen, si el fármaco se hubiese prohibido antes, miles de vidas se habrían salvado. “Por la negligencia de la FDA, entre mil y dos mil personas, por lo menos, han muerto en los Estados Unidos por usar propoxifeno después de haberse dado a conocer la prohibición del fármaco en el Reino Unido.”